es el fotoperiodista ucraniano que ganó el premio de , organización que impulsa el fotoperiodismo internacional. La imagen que le valió este galardón, al igual que un Pulitzer en la categoría de “Breaking News Photography”, muestra a Irina Kalinina, una mujer embarazada, siendo rescatada luego que el hospital de maternidad de Mariupol (Ucrania) fuera bombardeado. Kalinina y su bebé, Miron, fallecieron.

“Es una imagen que uno no quiere recordar”, dice Maloletka en entrevista. El fotógrafo se encuentra en la Ciudad de México porque mañana sábado 19, a las 16 horas, ofrecerá una conferencia magistral sobre fotoperiodismo en el , donde se exhiben las fotografías ganadoras de la edición 2023 del World Press Photo.

Las fotografías que tomó Maloletka fueron clave para que a nivel internacional se dimensionara lo que ocurría en Ucrania en un momento en el que Rusia alegaba sólo atacar a militares ucranianos y no a civiles, y en un punto en el que no había prensa internacional en Mariupol, a excepción de Evgeniy y sus colegas Mstyslav Chernov y Vasilisa Stepanenko, todos de la agencia AP.

“ ¿DÓNDE ESTÁ LA MORAL AL PUBLICAR GENTE ASESINADA?”
“ ¿DÓNDE ESTÁ LA MORAL AL PUBLICAR GENTE ASESINADA?”

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Para Maloletka las fake news con imágenes creadas con Inteligencia Artificial no son su principal preocupación en el mundo del fotoperiodismo, confía en que la información será verificada. El fotoperiodista más bien se cuestiona en qué momento los medios y los consumidores de noticias comenzaron a considerar que es aceptable publicar imágenes explícitas sobre cómo las personas son asesinadas. Considera que este fenómeno está relacionado con la forma en que se consume información en las redes sociales.

Después de vivir esta guerra y sus atrocidades, ¿qué significado tiene para ti el haber ganado premios por estas fotografías sobre la guerra?

Al inicio fue difícil aceptar este tipo de premios, después, entendí que el premio no es sólo por la imagen en sí, sino por la información que transmite. Es importante, y más para nosotros los ucranianos, porque muestra al mundo lo que en realidad está pasando.

No veo belleza en esas fotos, pero sí es una muy buena foto que ilustra el momento histórico. La imagen se volvió icónica porque ayudó a entender lo que estaba pasando.

Fotografié un momento que estas personas quieren olvidar, yo también quiero olvidarlo. Nos hará daño psicológicamente rememorar este momento, pero tengo que hacer este trabajo, ahora es momento de documentar lo que ocurre. Los periodistas ayudamos a los historiadores del futuro a documentar lo que ocurrió en el momento y lugar preciso. Dejamos estas piezas de información para que después el rompecabezas sea armado, porque nosotros no tenemos tanto tiempo de reflexionar ahorita, en especial durante una guerra en la que no se ve cuándo llegará su fin.

¿Cuál es tu visión sobre el fotoperiodismo que se hace hoy en día? Teniendo en cuenta el contexto de fake news, redes sociales y políticas radicales y autoritarias que ponen en crisis a la prensa.

Las fotografías de guerra no pueden ser replicadas, porque en las fotos reales tratan de una persona con nombre. Se pueden crear, pero la gente se dará cuenta que son imágenes falsas, quizás no al instante, pero siempre habrá periodistas que verifiquen y publiquen sus investigaciones al respecto.

Puedo decirte que antes no publicábamos las imágenes que mostraban a la gente muriendo o cómo fueron asesinadas, pero ahora se publican en los medios y nosotros lo aceptamos. ¿Dónde está la moral en esto? Antes no lo permitíamos. Este es el mensaje clave de cómo vemos ahora en este mundo digital. Todos queremos ver qué está pasando todo el tiempo. Creo que esto es algo interesante.

Llevas cubriendo la guerra en Ucrania desde 2014, ¿cómo te preparas mentalmente para enfrentarte al trabajo en zonas de guerra?

Hemos visto que todas las guerras se ven igual: lágrimas, gente llorando, casas destruidas, heridas, soldados… Todo se ve un poco similar, depende un poco del país, he estado en varias guerras. Así que es como vivir un déjà vu todo el tiempo. Desafortunadamente, todo es muy repetitivo, ocurrió en 2014, en 2022. La diferencia en lo que vimos hace nueve años y ahora es la masiva cantidad de artillería y distintos tipos de armas que estamos viendo. Además, en esta guerra no les importa (a los rusos) las pérdidas de sus soldados y tampoco les importa la forma en que matan a los ucranianos. No sé por qué sigue pasando esto ni cuál es la razón, sobre todo de que ocurra en el siglo XXI.

¿Cuándo llegaste a Mariupol y cuánto tiempo estuviste ahí?

Llegué una hora antes de la invasión y mis colegas y yo nos quedamos durante 20 días. Quizás durante ese periodo debimos haber hecho más trabajo, pero desafortunadamente perdimos nuestro auto y las posibilidades de movernos por toda la ciudad. También los combates en las calles y en el aire ocurrían todos los días. Los bombardeos en la ciudad ocurrían cada 20 minutos.

En términos técnicos, ¿cómo te preparas para trabajar en una zona de guerra?

En ese momento en específico fue muy difícil enviar las imágenes. Las fotografías eran más fáciles porque podíamos comprimirlas, pero el video fue muy difícil, para enviarlo teníamos que dividir el archivo hasta en 20 partes, numerarlas y así enviarlo a nuestro editor para que uniera todo el material. El envío llegaba a tomar hasta dos horas.

¿Estaban en constante comunicación con su editor?

Sí, tuvimos la suerte de contar con un teléfono con el que nos comunicábamos una vez al día con nuestro editor, le decíamos que estábamos bien, todos vivos y le explicábamos lo que estaba pasando. Le enviábamos los materiales, por partes, nos limitábamos, algunas veces sólo mandábamos los audios, otras algunas fotos, todo esto porque tratábamos de ahorrar la batería de nuestra computadora porque no teníamos posibilidades de cargarla. En hospitales, la Cruz Roja —antes de ser bombardeada— y en una estación de policía era donde nos dejaban cargar la pila de nuestros aparatos. Tampoco teníamos posibilidades de tomar agua limpia… Fue difícil, todo era impredecible.

Tras la publicación de las fotografías que tomaste en el hospital de maternidad de Mariupol, ¿cómo te enteraste que estaban siendo perseguidos por soldados rusos?

Oficiales rusos, a través de sus canales de propaganda (noticieros, redes sociales como Telegram) y embajadas en el mundo, enviaron mensajes, incluyendo a las Naciones Unidas, diciendo que nuestras fotografías eran un montaje. Usaron mi nombre para decir que yo era un terrorista de la información y propagandista. Las imágenes son muy poderosas, entonces crearon mucho contenido para cubrirlas, porque hasta los rusos pudieron ver qué era lo que estaba pasando en Ucrania. Pero nosotros estábamos incomunicados, no sabíamos qué era lo que ocurría. Fue un policía ucraniano quien nos dijo que nos estaban buscando y que si nos veían, nos pondrían frente a una cámara para que dijéramos que todo era falso. Corrimos con suerte porque al salir pudimos pasar los puntos de control rusos sin que nos revisaran nuestros archivos.

¿Temes seguir siendo perseguido por los rusos, incluso estando fuera de Ucrania?

No sé nada de eso, si soy perseguido o que me están investigando. Sólo sé que hicieron mucha propaganda, usando mi nombre…

Después de su estancia en México, Evgeniy Maloletka regresará a Ucrania —dice que aún hay partes habitables en el país— a esperar su siguiente asignación. Pero Maloletka no volverá a su ciudad natal, Berdyansk, que es vecina de Mariupol, porque es “imposible”. Explica que sus padres ahora viven como refugiados y que sus amigos están en la línea de batalla.

Trabajadores municipales limpian los escombros del techo de la Universidad No. 47 que resultó dañada por un ataque con cohetes rusos en Kramatorsk, Ucrania, el lunes 9 de enero de 2023. Foto: AP/Evgeniy Maloletka, Archivo EL UNIVERSAL.
Trabajadores municipales limpian los escombros del techo de la Universidad No. 47 que resultó dañada por un ataque con cohetes rusos en Kramatorsk, Ucrania, el lunes 9 de enero de 2023. Foto: AP/Evgeniy Maloletka, Archivo EL UNIVERSAL.

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